La chilena Adriana Barrientos vino para conquistar el país con la clásica receta: armar quilombo acusando a las demás de gato mientras trata de subir su propia tarifa mostrando un ojete que dice tiene todos los agujeros a estrenar. “Yo sigo virgen,” dice como si alguien pudiera creerle, “en Chile se usa mucho eso que las mujeres antes de casarnos no podemos incursionar con ningún hombre, y no puedo romper eso.” Pero la chilena se fue con el orto roto: la rajaron del teatro y encima conoció la anaconda argentina. “Dicen que estuve con Carlitos Nair y que probé la anaconda, hay una foto es verdad pero yo no me acuerdo de esas cosas” se ataja Barrientos, “Carlitos es un amigo nada más.” Y parece que la chilena tiene muchos, muchos amigos porque de otra manera no se explica de dónde saca la guita para vivir como millonaria. “Me acusan de ser gato y me pegan porque soy la primera chilena contratada para hacer temporada en Argentina” se ataja la rubia trasandina, “pero las carteras Louis Vitton, los zapatos Versace y el Porsche descapotable me los gané con mi trabajo.” En qué consiste ese trabajo preguntás? “No canto ni bailo, no sé hacer nada, pero tengo todo este cuerpo para ofrecer a un hombre y eso tiene un valor” reconoce la chilena, “y por eso estuve en un reality y llegué a la final del Bailando.” Pero según dice, nunca llegó a la final en la cama. “Todavía esas sensaciones no he podido conocerlas, no sé de qué me pierdo en el sexo” manda fruta la chilena, “no tengo calentura en el cuerpo, si no hay amor una no se puede abrir de piernas, estoy esperando alguien que venga con una libreta.” Y tarjeta!
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